20 noviembre 2006

Esbozos


Hace días que mi reloj se paró. No sé cuando volverá a andar. Tampoco me importa. Lo prefiero así de verdad...
Si hay algo que queda del pasado son esbozos que recordamos repentinamente...cuando tenía quince años jamás llevaba reloj. Un día encontré una pulsera que tenía una espiral chapada en el centro y desde entonces no me la quité de la muñeca en la cual debía ir el reloj hasta mucho tiempo después. Era como una rebelión contra el tiempo. Una señal de que no me importaba su paso ni su amenaza constante.
Ojalá todo siguiera igual en ese sentido....

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces la vida nos sorprende como ese dia...esperaba con ella el hombrecito verde,charlabamos animadamente,sus manos aleteando al compas de sus palabras,una hermosa y fragil mariposa se poso en su mano como si de flor se tratase ...cesaron las palabras...cruzo con ella los dos semaforos de la ruidosa y agetreada calle y en ese instante ,en esos minutos magicos mientras anonadadas seguiamos su vuelo al cielo ,se encontraron nuestros ojos y supe por que la mariposa la habia elegido a ella...

Anónimo dijo...

Podría hablar horas y horas (tic, tac, tic tac...) de mi relación con el tiempo y los relojes pero porque malgastar palabras si hay quien expresa con ellas lo que sientes a la perfección?

Me ha encantado lo de craigthompsoniano, aun me vas a quitar el titulo de tipo referencial...
yo también tengo otro descubrimiento que seguro te gustará

Sigue descubriendo de eso va la vida....

Anónimo dijo...

A veces olvidamos que nuestra única meta es vivir y que vivir lo hacemos cada día y que en todas las horas del día alcanzamos nuestra verdadera meta si vivimos...
Los días, las horas, los minutos,... son como frutos maduros y nuestro papel es comerlos,saborearlos al máximo.

Casiopea goza de una maravillosa expresividad literaria. Debiera prodigarse más, aunque sé que en ocasiones resulta complicado.
Besos

Anónimo dijo...

es imposible escapar al tiempo viviendo en madrid; es como vivir en madrid y tratar de escapar a las reglas sociales de la ciudad occidental. no admiro a las personas que han conseguido llegar hasta hoy sin reloj ni móvil. una parte de mi les envidia, la otra simplemente no puede llamarles cuando no están en casa.
besos!