19 diciembre 2006

Un adios a Barbera




Pues sí, uno de los creadores más fecundos de la historia de los dibujos animados ha pasado a mejor vida y, que quereis que os diga, yo no me podía quedar sin hacerle un humilde homenaje al creador de personajes como Tom y Jerry...aunque sólo sea reivindicando de alguna manera su genialidad e imaginación desbordante en algunos casos colocando aquí algo que es practicamente imposible visualizar en la televisión pública: parte de sus educativos y nada ñoños, sosos o reprimidos cartoons.

Para muestra, un botón...un botón de 1946...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pena. Grandes momentos nos había dado con sus dibujos.

Anónimo dijo...

La vida, ese concepto multívoco, que cada ser humano, cree usar de un modo diferente, en nuestras sociedades, me hace reflexionar al encontrar en ellas, en las vidas-vecinas que circundan a la nuestra, puntos de vista, tangencialmente, dispersos en su sentido sustancial. Al hablar con la gente, la mayor de las veces, azarosamente, entre los entresijos cotidianos de la vida del hombre- lo refiero en cursiva ya que alguna feminista incomprensiva dirá que, ¿Dónde está ahí, la Mujer?, menos mal que nuestro Diccionario-léxico es profundo en acepciones y en su cuarta habla, sencillamente, de ese grupo determinado del género humano- moderno, el de hoy, topo con miradas de la vida que me dejan perplejo. Voy a explicar las razones de ellos y la razón de mi perplejidad.

Mi conclusión personal se centra en dos grupos de personas grosso modo: el primero, el más amplio, encuentra que todo es muy relativo, tanto, que no existe norma común, ética universal ni mucho menos algo que sea convencimiento suyo propio pues todo es nada. No hay posturas afianzadas que mantener, ni aspiraciones ni deseos por los que luchar. Todo es un depender, de algo indeterminado pero cuya presencia semejante al Divino, lo impide todo-, lo dificulta todo. Esta tipología de gente prefiere el destierro de la idea antes que su propuesta o su desarrollo. Recalcula la vida para que ésta suponga un permisivismo anárquico y conformista, ya que nadie es capaz de vislumbrar un lugar ajeno a las dudas o incertezas, tan consustanciales a la contingencia de la vida moral del hombre. Si por ellos fuera, nada de lo que ven sus ojos sería tan real como que forma parte de su realidad somática y moral. Estar solos o no, es irrelevante. Siempre nos quedará uno mismo para no estar solos, pensarán. Relativismo y permisivismo suponen el fracaso de la tolerancia bien entendida, esto es, democráticamente comprendida, y el triunfo del nihilismo y de la negación de aquello por lo que todos somos y debemos ser: el pensamiento.

El otro grupo, el mío, piensa, que existe complejidad sobre los temas en los cuales la conversación inspira creándose a la luz del discurrir de las palabras; dificultad, sobre todo si son lindantes con problemáticas abstractas, que por otra parte, son las más apasionantes, las más inextricables, los frutos que más altos cuelgan y los más sabrosos. No hablaremos por lo tanto de lo sucio que estaba el Metro, el otro día.
Paralelamente, una cosa es afirmar esto y otra pensar que no hay bases, ideas alumbradoras o un sistema de pensamiento moral, lógico y socialmente aceptado por la mayoría de un grupo vivencial, legado de la cultura greco-romano occidental. La gente olvida con facilidad que el compuesto intrínseco de uno mismo, el ademán moral, espontáneo o no, en cualquier situación de vida, es éste, hijo reconocido de la cultura histórica. Esto no es algo que uno pueda elegir, a su voluntad. ¿Entienden ahora mi perplejidad?
El impedimento ha sido el motor del progreso, esto es una obviedad. En la conversación uno puede y debe epistemológicamente discrepar, sobre lo esencial o no de la misma pero existen núcleos comunes que se dan por sentados, esos mismos que permiten poder estar justamente sentado o de pie, charlando con mayor o menos afabilidad, con mayor o menor, vigor de un cualquier tema abstracto. Es así, cómo el nutriente recíproco de tu interlocutor, genera nuevas capas de dudas o maravillosas ventanas de luz en la desembocadura coloreada de las ideas propias expuestas.

Por supuesto, existen certidumbres y verdades morales las de antes y las que ahora, las de nuestro tiempo, intentamos averiguar con la dialéctica.Creer en esto no es motivo de fe, sino de espíritu de conocimiento y de la ilusión vital y diferenciadora de no ser solo naturaleza.

Anónimo dijo...

lo que he podido disfrutar con sus series

J.P.R dijo...

Y que va a ser ahora de Scooby Doo?
Una lástima...

Anónimo dijo...

Epistemológicamente, el problema surge, entre otras cosas, cuando la incoherencia entre el ser real del objeto y el saber subjetivo dado de este objeto, se convierte en objeto de la actividad intelectual. ¿Cuál es la relación mutua entre la substancia y sus formas fenoménicas, la relación entre lo individual y lo múltiple, entre reposo y movimiento, etc.?

Las observaciones sensoriales ofrecen tan solo una visión limitada y distorsionada de la realidad. A la sustancia le corresponde el saber verdadero, y a sus formas fenoménicas externas le corresponde el simple opinar.

Anónimo dijo...

este escrito es profundo y muy bueno...¿estye chico es escritor?